domingo, 1 de diciembre de 2013

 Sentía que volaba. Si, creo que volar es la palabra que estoy buscando. Viajar en moto con él era como volar. No me malinterpreten, no quiero decir que era especial por estar con él, si no por el hecho de que siempre disfruté de viajar en moto. Me hace acordar a cuando tenía catorce años y era una pre-adolescente con muy pocas neuronas pero mucha adrenalina corriendo por su sangre.
 Me hacía volver a aquella época, cuando todo era más calmado. Pasaban las casas a los lados, los pocos autos que recorren estas calles, pero ninguna persona. Esta ciudad es tan chica que nadie esta despierto a la una de la madrugada...Yo no debería estarlo. Pero como siempre, él hace que rompa todas las reglas. Intento cerrar los ojos, pero entonces siento que estoy callendo y eso me hace recordar las sensaciones de vacío que tengo por las noches antes de dormir. Me aterrorizan, me invaden. De un momento a otro lo estoy abrazando y él lo malinterpreta como miedo a caerme.

 No lo tengo que abrazar, no debería esta acá. No me tengo que volver a enamorar, necesito huir. Lejos de él. Lejos de los viajes en moto.