- ¿Mónica?
- Sí, pasa. - dice ella sonriendo. Acaricia su brazo y llevo sus manos a los hombros del hombre para sacarle el traje. Cierra la puerta.
Dos horas más tarde ambos dejan la habitación. Ella sale de la misma contando los últimos billetes y los guarda en su cartera. El hombre se sube a un Fiat 147, Mónica se sube al colectivo 670. Llega a su casa cuarenta minutos más tarde. Ésta es más grande que la pensión en la que vivía hace seis meses. Prende el televisor de 42 pulgadas que se compró la semana pasada y sirve vodka en un vaso. Se sienta en un sillón mullido y se saca los zapatos de taco alto. Cambia de canal cada dos minutos hasta detenerse en una película de época. En la pantalla se ve una jo en con pocas prendas bailando en un cabaré. Un señor se le acerca y deja un billete atrapado en su ropa interior. Mónica deja el vaso de vodka en la mesa ratona que tiene en frente. La compró el mes pasado en un local de antigüedades. Su mirada se queda quieta en un punto de la mesa por unos segundos. Luego se levanta y se dirige al baño, abre el grifo de la bandera y comienza a sacarse la ropa. Encuentra sus ojos nuevamente en el espejo, tiene el maquillaje corrido. Se desabrocha su corpiño rojo de Victoria Secret y sus senos caen a causa de su edad. Se da la media vuelta y mira el inodoro.
Esa noche Mónica vomita tres veces seguidas.
Esa noche Mónica vomita tres veces seguidas.