miércoles, 28 de noviembre de 2012

Veinticinco de Septiembre


    El día veinticinco de Septiembre a las 0:30 hs. aproximadamente, no lo recuerdo bien, mi mundo comenzó a girar con tal rapidez que es el día de hoy que ruego bajarme. Me acuerdo estar acostada en mi cama, y ver venir a mi mamá apurada y sentarse a un costado, medio tartamudeando y confundiéndose las palabras. Me decía que iba a ir con mi hermana a llevarlo a mi papá al hospital, lo veía muy mal y pensaba que iba a quedar internado. No me asusté, mi papá ya había estado internado antes, como tres veces, porque para una persona que tiene cáncer y que lucha contra el hace seis años, ir al hospital repentinamente no es ni nuevo ni sorprendente. Admito que nunca se lo habían llevado de noche, entonces me preocupó saber que tan mal estaba, pero cuando la acompañé a mi mamá hasta su pieza y lo vi a mi papá sentándose en la cama, me tranquilicé. Tenía los ojos un poco idos, pero hablaba, incluso con más claridad que mamá. Se incorporó y camino tres pasos, mi mamá insistía con ayudarlo a caminar hasta el auto, pero él dijo que podía solo y que nos relajemos, que estaba todo bien. Llegó hasta el umbral de la puerta y le dio la mano a mi mamá, se desmayó. En acción refleja mi mamá lo agarró por la cintura y yo trabé sus piernas con las mías para que no cayera al suelo y empecé a llamar a gritos a mi hermano. Él llegó lo más rápido que pudo, seguido atrás por mi hermana, a la que le prohibimos que haga fuerza porque hace un mes la había operado por tener cáncer de útero, y cualquier esfuerzo podría abrirle la herida. Mi mamá y mi hermano lo llevaron hasta el asiento de atrás del auto, mi hermano subió y apoyo la mitad del cuerpo de mi papá en él. Yo ayude a mi mamá a abrir el portón, mi hermana se subió al asiento del conductor y a los cinco minutos o menos, estaba yo sola frente a un portón cerrado una noche de escuela.
      Me acosté intentando despejar mi cabeza, pero la verdad es que no era fácil, entonces me propuse hacer lo que hacía desde que tenía diez años cuando recibía una muy mala noticia con respecto a la salud de mi papá. Bueno, pensar todas las posibilidades que había desde ese momento a que llegara mi mamá y me diera una noticia. La primera, que mi papá quedara internado, eso significaba ver poco a mi mamá, encargarme de la casa para restarle una preocupación y estar constantemente preocupada por que estuviera pasando con él. La segunda, que vuelvan, que los médicos le dieran un medicamento y le recomendaran mucho reposo, lo último siempre era difícil porque a mi papá nunca le gustó quedarse quieto. ¿Alguna otra posibilidad? Ah, si, la peor. Cuando tenía doce años, mi papá estuvo neutropénico por un mes, y fue entonces cuando le pregunté a mi mamá lo que siempre se preguntan en las novelas. Un día mi mamá me confesó que fue horrible que una nena, su hija, le preguntara "Ma, ¿Le queda poco tiempo de vida a papá?". Si, reconozco que ahora que soy más grande, ni yo me puedo creer haberle preguntado eso. Ese día mi mamá me dijo que nadie podía decir cuánto tiempo le quedaba a una persona, excepto que ya no se pueda hacer nada más por él, y que mi papá podía vivir un día o diez años más y eso, nunca se podía saber con exactitud. Al principio me asustaba mucho la idea, pero cuando vi que pasaban días/meses/años, me tranquilicé, "mi papá es fuerte" me repetía. Pero desde ese día, cada vez que pasaba algo parecido a esto, me obligaba a mi misma a barajar entre las posibilidades la muerte. Si, es muy doloroso, desde los doce años una nena pensando en la posible muerte de su papá. Suena mal, pero yo lo hacía como mecanismo de auto-defensa. Cuando pensás toda una tarde en que tu papá se puede morir en cualquier momento y viene tu mamá con una noticia que no tiene nada en similar, uno siente un gran alivio. Entonces, cuando veía a mi mamá deprimirse porque mi papá quedaba internado, yo estaba llena de alivio por saber que era solo eso, que no iba a pasar nada más. Y así, entré en la inconsciencia en algún momento.
     A las cinco de la mañana escuché mi nombre y me senté en la cama automáticamente, como si más allá de estar dormida estuviera alerta todo el tiempo. Mi mamá me abrazó llorando y balbuceando, me dijo que falleció...No me pregunten que pensé en ese momento, no me acuerdo. Solo sé que mi hermana, que venía pisándole los talones atrás, dijo "Se quedo shockeada". Y no, yo solo me acuerdo que sentí que me encerraba en una coraza mental, porque tenía que contener a mi mamá que lloraba y no paraba. Mi hermana se fue a su casa a descansar un poco y mi hermano, mi mamá y yo nos quedamos sentados alrededor de la mesa. Me dijeron que mi papá falleció unas cuadras antes de llegar al hospital, pero que tuvieron problemas en el medio y por eso no habían venido antes. No pregunté nada, sinceramente ni pensaba, era más fácil, menos doloroso. No caía en lo que escuchaba. Se fueron a las seis y media de la mañana de vuelta para el hospital. Yo me senté en la cama con la computadora siguiendo las instrucciones de mi hermano: "Distraete, hace lo que haces siempre... y no pienses si estás sola, esperános". Complicado, ¿no? Así que no pensar, ahí estaba la clave. Y claro, no pensar en realidad era fácil, porque prefería creer que no pasaba nada y que yo estaba en otra realidad....Hasta que la gente empezaba a llamar. Lo único bueno es que si llamaban era porque ya sabían la noticia y yo no tenía que decirles nada, solo que estaba en mi casa y mi mamá en el hospital y que apenas me enteraba algo nuevo los llamaba. Porque, en el medio de todo eso, yo tenía que pensar en los demás, merecían saber que estaba pasando. ¿Algo más? Si, cuando recibía las llamadas tenía que hacerme entender con lo di fónica que estaba. A las diez mi vecina tocó el timbre, y la dejé pasar porque la conozco de toda la vida, y me vino a hacer compañía. Me sirvió un té con miel y me habló de cuando ella perdió a su papá, a los dieciocho, creo. Cuando se fue, cometí uno de los errores más grandes. "Bueno, así como le puede quedar un día, le pueden quedar diez años más. Y papá es fuerte y...". Y...no. No le quedaba ni un día, ni un segundo. En ese momento, empezó el verdadero infierno. Unos amigos me vinieron a ver a la tarde, y como no había caído del todo todavía, era fácil distraerme. Pero cuando se fueron empezaron las llamadas otra vez, mis primas lloraban al otro lado del teléfono, y me encontraba a mi misma consolándolas por no cortar de la bronca.
     A las seis de la tarde llegó mi mamá con noticias que no recuerdo mucho, porque me esforzaba para no escuchar. Como si fuera un "Oídos que no escuchan, corazón que no siente". Lo único que se me grabó, es que mi hermana que vivía en España estaba volando para acá. Al día siguiente lo velamos a las cuatro de la tarde y en mi esfuerzo por consolar a mi mamá, derramé la primera lágrima. Me acompañaba mi novio y mi mejor amiga, después se fue mi novio y apareció mi mejor amigo, no lo esperaba. Estar con ellos era más que una distracción, yo siempre odié los velorios y no soportaba estar adentro. Pero cuando se fueron, a las doce y media, fui a encontrarme con mi papá yo sola. No era él, la persona en ese ataúd no era él. Quizás físicamente, pero él no era mi papá, mi papá estaba lleno de vida. Me aseguré de no tener contacto con él, no quería sentirlo frío. Quería grabarme en la cabeza su aroma y su calidez, su fuerza, todo lo que él fue. Fuimos con mi mamá, mi hermano y mi primo, que había llegado del sur esa mañana, a mi casa. Dormí con mi mamá esa noche, y en realidad desde ese día que duermo con ella. Como si me protegiera...No sé, dormir con ella me hace sentir que mi papá va a volver para decirme que me vaya a dormir a mi cama, como hacía cuando tenía una reunión de trabajo hasta tarde. Quizás mejor aún,  yo me quedaba dormida y él me llevaba en sus brazos como hacia cuando yo era chiquita. Entonces, me dormía imaginando que tenía cinco años otra vez, cuando mi papá trabajaba hasta tarde y no estaba enfermo. Cuando éramos una familia normal, con típicas peleas y Domingos de asados.
    Al día siguiente lo enterraron, mi mamá y yo estábamos lo más lejos posible. En realidad yo solo seguía a mi mamá, porque desde el día que mi papá falleció busco contenerla, y mi hermano nos termina conteniendo a las dos. Solo en el momento que mi mamá se alejó un poco, cuando abrasé a una de mis hermanas, me derrumbé. A los pocos segundos ya estaba con la coraza otra vez, y me alejé esquivando a los que me querían abrazar. Conozco el mecanismo: Te abrazan, lloras más. Y yo necesitaba saber que mi mamá estaba bien, que ella no sufría sola. Ese día la gente, no sé si por lastima o compasión, pareciera que te quiere más. Familiares lejanos o gente que apenas conoces, te ofrece ayuda incondicional. Mi mamá se sentía querida, apoyada. Yo sentía envidia, envidia de saber que a ellos no les modificaba la vida, que solo lo iban a extrañar cada tanto. Entonces volvimos para mi casa.
     Desde ese día, no puedo decir que me acuerdo de todo con claridad, porque cada vez las cosas se vuelven más confusas. Solo sé que desde ese día el teléfono no para de sonar y mi mamá está todo el día de acá para allá haciendo trámites. La casa, el auto, las pertenencias, sucesiones, firmas, anses, partidas de nacimiento y de defunción. Es monótono, parece eterno. Como si no fuera a volver nunca más la tranquilidad a mi casa, como si hubiéramos echo las cosas muy mal para merecer todo esto. No sé quién planeó mi destino, porque soy atea y me baso en hechos científicos. Pero desde que falleció mi papá, tengo la costumbre de mirar al cielo como si él estuviera ahí, como si la fe por algo en lo que no creo me fuera a mostrar que él está en algún lado. No me importa si es real o no, si está o no, prefiero sentir que está ahí y que en algún lado lo puedo encontrar. Quiero creer que ahí es donde lo voy a encontrar. Me puedo permitir cualquier locura porque soy chica. Tengo dieciséis años, me cuesta muchísimo no mezclar mis sentimientos, mis problemas adolescentes con esta perdida, con toda la lucha de seis años. Conflictos con el colegio, con amigos, con mi novio, peleas en la familia...Todo parece tan tonto al lado de perder a mi papá, y a la vez siento que es lo que va a provocar que estalle. A cada paso que doy siento que me vuelven a dar la noticia. Es difícil desacostumbrarse a ciertas cosas. Cada recuerdo o cada acto reflejo que tenía con respecto a mi papá, hacen que me choque contra una pared que me vuelve a decir eso que no quiero escuchar. Un sonido, una palabra, un aroma, una foto y los recuerdos se disparan, divagan. Una perdida que me encerró en mi misma, que me tiene perdida y que no me deja pensar. No puedo hablar con la gente del tema, empecé a ir a la psicóloga como descarga. Quiero ponerme a gritar para llamar la atención, para poder hablar, para decir lo que siento. Pero me alejo de todos mis amigos, de mis vías de escape. Me encierro en mi casa y escucho música o escribo en mi blog. Me sumerjo en libros para no pensar en mi vida y estar envuelta en una realidad distinta, tan compenetrada en la historia que me alegro y me hiere el hilo de estas según van transcurriendo. También me sumerjo en el mundo del "primer amor", pero a veces ni estar con él me hace olvidar el dolor. Es una mochila que llevo en la espalda, una carga que me va hundiendo de a poco. Quiero poder empezar la facultad, porque va a ser la única manera de cambiar de aire y empezar una vida nueva. Quiero olvidarme de todo lo que viví.
    Ayer por primera vez volví a dormir sola en mi pieza, ayer me volví a dormir teniendo dieciséis años y un papá que no iba a volver para llevarme en sus brazos. Aunque el dolor sigue ahí, me quiero superar a mí misma. Me anoté en un casting de Cris Morena, porque sueño con volverme una actriz; salvé muchas materias del colegio que tenía bajas porque así lo quería mi mamá; arreglé problemas en amistades que tenía pendientes para no tener más pesos encima y me estoy alejando de mis amigos para ver si lo notan, porque aunque sea una actitud de nena me lo permito porque tengo dieciséis y nadie me obliga a pensar como adulta. Me lo debo, me debo ser una nena porque ya me arruinaron los planes del futuro que yo quería. Si no puedo tener a mi papá conmigo en mi graduación, en mi primer trabajo, en mi casamiento, para conocer a mi primer hijo, o incluso para conocer bien a mi primer novio...Entonces el camino, desde ahora, lo voy a forjar yo. Voy a hacer lo que piense que es mejor, actuar como una nena cuando siento que tengo que puedo actuar como una y volverme una adulta cuando sea necesario y lo mejor. Voy a sorprenderme a mi misma, vivir la vida por la que mi papá tanto lucho. Voy a sentir cada día como el más lindo y superar todo el dolor que tengo en mi pecho. Voy a sacar cada día más conclusiones que me ayuden a entenderme y crecer. Y sobre todo, voy a vivir. Voy a vivir mi vida a mi manera.

jueves, 22 de noviembre de 2012

El vendedor de sueños

  - ¿Quién es usted?
     El suicida ansiaba una respuesta corta y clara, pero nunca llegó. En su lugar, lo que hubo fue otra ráfaga de preguntas.
  - ¿Quién soy yo? ¿Cómo te atreves a preguntar quién soy yo si no sabes quién eres tú? ¿Quién eres tú, que buscas a la muerte para que silencie tu existencia, delante de una platea asombrada?
     En un intento por desdeñar al hombre que lo enfrentaba, el suicida retrucó con cierto sarcasmo:
  - ¿Yo? ¿Quién soy yo? Soy un hombre que en breves instantes dejará de existir. Y ya no sabré quién soy ni lo que fui.
  - Pues yo soy diferente de ti. Porque tú dejaste de buscarte a ti mismo. Te volviste un dios. Sin embargo, yo diariamente me pregunto ¿quién soy? - Y, astuto, hizo otra pregunta: - ¿Quieres saber que respuesta encontré?
     El suicida, apenado, asistió con la cabeza. El desconocido continuó:
  - Yo te contesto si tú me respondes primero. ¿De qué fuente filosófica, religiosa o científica te alimentas para defender la tesis de que la muerte es el final de la existencia? ¿Somos átomos vivos que se desintegran para nunca más recuperar su estructura? ¿Somos apenas un cerebro organizado o tenemos una psiquis que coexiste con el cerebro y trasciende sus límites? ¿Qué mortal lo sabe? ¿Tú lo sabes? ¿Qué religioso puede defender su pensamiento sin usar la fe? ¿Qué neurólogo puede defender sus argumentos sin usar el fenómeno de la especulación? ¿Qué ateo o agnóstico puede defender sus ideas sin un amplio margen de duda, y sin distorsiones? 

Orgullo y prejuicio

"Es una verdad universalmente aceptada que un hombre soltero y rico tiene que querer una esposa."

"Tal vez sea mejor en este caso poder escapar a la curiosidad de la gente, pero a veces es malo ser tan reservada. Si una mujer disimula su afecto con igual habilidad ante el objeto que lo provoca, puede perder la oportunidad de conquistarlo. Es entonces un pobre consuelo pensar que los demás están en la misma ignorancia. Hay tanto de gratitud y vanidad en casi todos los cariños, que no es nada convincente dejarlos a la deriva. Normalmente todos empezamos por una ligera preferencia, y eso sí puede ser simplemente porque sí, sin motivo; pero hay muy pocos que tengan tanto corazón como para enamorarse sin haber sido estimulados. En nueve de cada diez casos, una mujer debe mostrar más cariño del que siente."

"-¿Cómo empezó todo? -preguntó-. Entiendo que una vez en el camino siguieras adelante, pero ¿cuál fue el primero momento en el que te gusté?
- No puedo concretar la hora, ni el sitio, ni la mirada, ni las palabras que pusieron los cimientos de mi amor. Hace bastante tiempo. Estaba ya medio enamorado de ti antes de saber que te quería."

"Si sus sentimientos siguen siendo los mismos, dígamelo. Mi afecto y mis deseos no han cambiado, pero una sola palabra suya me hará silenciar para siempre. Sin embargo, si sus sentimientos han cambiado, debo decirle que ha embrujado usted mi cuerpo y mi alma, y que la amo. La amo y la amo, y que ya nada podrá separarme de usted."

Cumbres Borrascosas

"Mis grandes sufrimientos en este mundo han sido los sufrimientos de Heathcliff, los he visto y sentido cada uno desde el principio. El gran pensamiento de mi vida es él. Si todo pereciera y él se salvara, yo podría seguir existiendo; y si todo lo demás permaneciera y él fuera aniquilado, el universo entero se convertiría en un desconocido totalmente extraño para mi. Mi amor por Linton es como el follaje de los bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno muda los árboles. Mi amor por Heathcliff se parece a las eternas rocas profundas, es fuente de escaso placer visible, pero necesario. Nelly, yo soy Heathcliff, él está siempre, siempre en mi mente. No siempre como una cosa agradable, por supuesto, no siempre me agrado a mi misma. Así pues, no hables de separación de nuevo, porque es imposible y..." - Catherine

"Y ahí es donde se puede ver la diferencia entre nuestros sentimientos: si él estuviera en mi lugar y yo en el suyo, aunque le aborreciera con un odio que convirtiera mi vida en hiél, nunca habría levantado la mano contra él. ¡Puedes poner cara de incredulidad si quieres! Yo nunca podría haberle apartado de ella, al menos mientras ella lo hubiera querido así. Mas en el momento en que perdiera su estima, ¡le habría arrancado el corazón y me habría bebido su sangre! Sin embargo, hasta entonces, y si no me crees es que no me conoces, hasta entonces, ¡preferiría morir con certeza antes que tocarle un solo pelo de la cabeza!" -HeathCliff

martes, 20 de noviembre de 2012

Instrucciones para llorar - Julio Cortazar

     Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
     Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
     Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
  Me llamo Camila y tengo dieciseis años. Hace tres años que hago teatro en la Biblioteca "Fray Mocho" y desde chica que siempre quize ser actriz. Hace meses que estoy mandando mails para castings de Alternativa Teatral y hoy, por primera vez, llené un formulario para un casting de Telefe. Siempre me molesto que la gente viera a los actores y actrices sin valorar todo el trabajo que hay de trás de ellos, siempre piensan lo mismo "Se dedican a algo que les gusta y es fácil". Es mentira, no es fácil. La vida del actor siempre va a estar llena de frustraciones, siendo profesional o no. Si no, me pueden tomar a mi como ejemplo. Un actor vive ilusionado, vive con la esperanza de que lo llamen de ese casting que participo, y pasan los días y nada. Entonces no importa, pienso, porque soy chica y tengo millones de oportunidades para crecer como actriz. La realidad es que no sé, ya los actores profesionales viven con el miedo de que un día para el otro pierdan el trabajo. La vida del actor es así, es un día a día, es hoy tener todo y manaña quizás no.
  Envié el formulario con la intensión de ser elegida, pero intento con todas mis fuerzas no hacerme esperanzas. Sé lo difícil que es ser elegido entre miles de personas y, siendo sincera, un poco ilusionada ya estoy. Eso es malo, porque después me voy a frustar sin nisiquiera haber empezado a ser una verdadera actriz. Aunque el teatro lo lleve en el alma y el corazón.